Miembro de la banda clandestina de Raguna.
Durante un periodo caótico en su historia, muchos raguneses recurrieron a las bandas, algunos por sobrevivir y otros en busca de protección. Las máscaras, que antes simbolizaban la celebración, pasaron a ser herramientas de ocultamiento, cubriendo sus rostros mientras cometían actos de violencia.
Aún hoy, los miembros restantes mantienen esta tradición, quizá para recordar aquella época pasada, la llamada , cuando podían disfrutar de la anarquía sin temer consecuencias.